Arranqué la maleza del cantero y deshice los terrones endurecidos y agregué tierra nueva, tierra molida y fertilizada, y la regué y le dí reposo y después enterré mis raíces y absorbí la humedad nutritiva y sentí la savia correr alegremente correr alegremente por mis venas, por mi tallo, y supe con certeza que asistir al curso de jardinería había sido, en definitiva por mi propio bien.
Ana María Shua
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